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LA EDITORIAL > PROYECTO DE EDICIÓN

Narración ilustrada

Lectura visual: más que lectura

Favorezca en sus hijos el desarrollo temprano de la sensibilidad estética

Cuentos del Picogordo quiere que los libros ayuden a los niños a ser espectadores formados, con capacidad de observación y sentido crítico. Niños atentos a la conversación de fondo que el entorno extiende ante su mirada. Niños capaces de comprender varios significados en una misma propuesta visual, de asimilar todo el ámbito semántico de la imagen, de adentrarse en la complejidad de ilustraciones organizadas siguiendo una gramática no verbal, algunas de ellas alejadas del realismo y próximas a la abstracción.
Educarse en la lectura visual no es un objetivo por sí solo. Entender sus reglas nos permite esquivar una forma de ignorancia que reduce nuestras posibilidades y daña nuestra libertad. El lenguaje de la imagen forma parte del devenir humano. Cuando se comprenden los principios que rigen la expresión visual aparece un mayor beneficio: nuestra sensibilidad estética abandona el ámbito de la intuición y se alza como una experiencia de conocimiento. El lenguaje plástico y gráfico comienzan a comunicarse con nosotros de una manera intensa.
Los niños son mejores lectores visuales que los adultos, que acaban privados de utilizar la gramática de la imagen debido a la influencia de sistemas educativos volcados en ejercitar la lógica verbal. Los libros de Cuentos del Picogordo son una herramienta de ensayo y adiestramiento en el uso del lenguaje visual, previo a la formación de muchas disciplinas como el diseño, la ingeniería, la arquitectura y todas las actividades necesitadas de aplicar criterios de orden, equilibrio, composición,… ¿Hay alguna actividad profesional que no necesite esos criterios?

Para aquellos padres o tutores que deseen afianzar la capacidad visual temprana y conducirla hacia niveles elevados de aprecio y sensibilidad les aconsejamos explicar a sus lectores:

La precisión limita la expresión.

El primer elemento del lenguaje visual es “la mancha” (cabe también llamarlo “el punto”). En nuestros cuentos el color se aplica a mano con pinceles de trazo fino y medio/fino. Dada la diversidad intelectual de los miembros del equipo de entintado, cada uno de ellos genera una peculiar forma de aplicar el color, de “manchar” el dibujo. La falta de destreza no es un impedimento, sino un factor de calidad estética. Aconsejamos que se instruya al niño sobre este aspecto, que observe la riqueza proveniente de un trazo irregular e impreciso. El lenguaje visual solo necesita una pequeña dosis de precisión, aquella que confirma la permanencia de la idea o el mensaje de la imagen.

Alta resolución de imagen no significa elevado contenido de comunicación.

Nuestros ilustradores profesionales moderan su destreza como dibujantes con la intención de preparar espacios nítidos para la posterior acción de coloreado manual. La unión de ambos procesos organiza la imagen y la dota de componentes estéticos dignos de ser indicados al lector infantil, para que el aprecio de la información global dote a su mirada de la capacidad de identificar amplios contextos de comunicación.

Atención al trabajo del dibujante: la información suele guardarse en los detalles.

La lectura del dibujo requiere un recorrido. Todo recorrido promete descubrimientos. Recorra con el niño cada dibujo, señale qué figuras o trazos son esenciales, cuáles son consecuencia del estilo y no del mensaje, cuáles asumen funciones decorativas. Los errores de coloreado son especialmente representativos del esfuerzo que acometen los miembros del equipo de entintado. Las manchas de tinta imprevistas enriquecen la página con alusiones a lo inesperado.

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